NO AL CIERRE DEL HOSPITAL GENERAL DE SANTIAGO

SI AL TERCER HOSPITAL

LOS ÚLTIMOS JUEVES DE MES, CONCENTRACIÓN A LAS 12:00 HORAS EN LA PUERTA PRINCIPAL



viernes, 23 de abril de 2010

Esbozo de propuesta

ESBOZO DE PROPUESTA

SOBRE EL FUTURO DEL HOSPITAL SANTIAGO

PRECEDIDO POR UNAS REFLEXIONES BIENINTENCIONADAS

A MODO DE PROLOGO

No es función de nuestro gobierno

impedir que el ciudadano cometa un error.

Es función del ciudadano impedir

que el gobierno cometa un error.

Robert H. Jackson.

Corte Suprema de Justicia de los EEUU

(del libro ”El Mundo y sus demonios” de Carl Sagan)

Esta contundente cita que recogemos aquí pretende reforzar el auténtico sentido de este documento, como tal esbozo de propuesta, ha sido redactado por José Ángel Elizondo y J.A. Alejandre, del Hospital de Santiago de Vitoria. Hemos añadido a su contenido inicial, en beneficio de una mejora del contenido las sugerencias de numerosas aportaciones de otras personas hasta ahora consultadas. Además, en estos momentos, está siendo sometido a discusión y análisis por parte del conjunto de los trabajadores. No somos responsables del diseño ni de la operatividad futura de la Asistencia Sanitaria en Álava. Es ésa una de las tareas primeras y de mayor importancia de entre las que todo gobierno, que oriente su labor en beneficio de la Sociedad, ha de acometer. Pero, sí que es tarea que nos incumbe, según nuestro leal entender, advertir que las autoridades se equivocan, y que lo hacen gravemente. Nos creemos, por lo tanto, en el derecho y también en el deber de manifestarnos.

El plan, o mejor dicho, la amalgama, difícilmente comprensible, de planes sanitarios hospitalarios para Vitoria que se van publicando nos presenta unas veces propuesta inconexas, otras claramente contradictorias y siempre en permanente deriva. Más que sostenerse en unos estudios rigurosos y pausados y bien tramados, como se nos quiere hacer creer, su gestación y alumbramiento reflejan acciones atropelladas, propuestas elaboradas con ansiedad y prisas, lanzadas desde atalayas políticas que semejan un fuego cruzado con el que reventar la reflexión y las alternativas sensatas y cautelosas. Se tiene la sensación, en suma, de contemplar la descripción de un agujero negro. Pero, tras los sesudos estudios de la ultimísima semana, surge, ahora sí, el verdadero plan que para nada se contemplaba en los anteriores estudios. Se diría, que al actual gobierno le han surgido urgencias que no acaba de explicar a la ciudadanía. Sus cambiantes e inconclusas proposiciones en un asunto de tantas consecuencias en la salud de la población, descalifican de por sí todos esos planes. El análisis mínimo sobre la situación política en Euskadi, o incluso de la misma tesitura económica de crisis mundial galopante y sin todavía horizonte conocido, aconsejaría -mas bien, obligaría- a emplear todas las cautelas posibles antes de hablar alegremente y de lanzarse a desmantelar instalaciones sanitarias operativas -muy costosas y muchas de ellas de reciente implantación- y de embarcarse en unos gastos presupuestarios de alcance incalculable, hoy por hoy –dato éste del que más adelante hablaremos-. Y si se advierte que estos planes suponen la implementación de un entramado de obras que, por su magnitud, obligadamente se han de proyectar para un periodo de tiempo y de presupuestos muy superior al presente ciclo legislativo, la juiciosa reflexión que por ninguna parte se ve presente en las instancias del gobierno, recae sobre los hombros de los ciudadanos; por derecho y por responsabilidad, aunque ésta alcance el peso de un verdadero suplicio. No es posible callar ante tanto embrollo y tanta palabrería de mala práctica política.

El documento presente ha sido elaborado de forma provisional por dos profesionales de la plantilla del Hospital Santiago de Vitoria-Gasteiz con la intención de aportar reflexiones útiles -y como se anticipa en el título “bienintencionadas”- redactadas en un momento caracterizado por una cierta convulsión institucional, generada por la publicitación a través de la Prensa de planes sanitarios en los que se ve involucrado directamente el futuro del centro, tanto a un nivel físico –de sus edificios e instalaciones- como organizativo –de sus servicios, plantillas, actividades profesionales de su personal, etc.- Las no pocas contradicciones que pululan en esas informaciones de prensa, sumadas a la larga historia de modificaciones de planes, puestos en práctica unos y fallidos otros, que casi siempre afectaron negativamente a la dinámica asistencial del Centro Hospitalario nos animan a participar en un ámbito social de reflexión en el que creemos que nuestras aportaciones pueden ser importantes a la hora de evitar deterioros a nivel asistencial de consecuencias futuras de las que nadie, que ahora “goza” de la libertad de decisión política, piensa hacerse cargo.

Es obvio que lo que podemos denominar “nuevos planes de Asistencia Hospitalaria en Vitoria”, que a efectos del conocimiento de la población vitoriana y alavesa afectada, vienen siendo aireados exclusivamente por la Prensa en forma de batiburrillo de ideas y proyectos arquitectónicos se fundamentan en el Acuerdo programático de Gobierno entre PSE y PP que en el apartado de Sanidad decía lo siguiente. “Impulso de un nuevo hospital en Vitoria, así como la reestructuración de los existentes al objeto de atender y completar las demandas de media y larga estancia hospitalaria”. A pesar de tratarse de un asunto de notable importancia social el citado “impulso” ha discurrido hasta el presente por cauces subterráneos, perfectamente oculto a las miradas críticas. Del devenir de tal plan apenas se ha sabido nada en el transcurso de todos estos meses; sino es que en los breves momentos en los que el PP se manifestaba inquieto e incómodo; debido a que, habiendo sido ellos los que se declararon como “padres de la idea” de la edificación de un tercer hospital nuevo dedicado a la asistencia a crónicos –proyecto que naturalmente pretendían explotar publicitariamente a nivel de réditos políticos-, veían peligrar sus objetivos por las reticencias del PSE, que al parecer estaba gestando un plan muy distinto a espaldas de todos. Ese plan, en cualquiera de sus formas hasta ahora conocidas, pasa por la desaparición física de la institución denominada Hospital de Santiago –centro asistencial para pacientes agudos sectorizados territorialmente en función de la ubicación de sus domicilios-.

La calculada política de ocultación en la gestación de los nuevos planes de gestión sanitaria hospitalaria y la no menos consciente utilización de la prensa como vehículo para introducir en sociedad noticias y proyectos contradictorios en nada ayudan a la participación en una reflexión serena. Incluso puede decirse más: que tales prácticas de actuación permiten pensar que en alguna parte de las instituciones se pretenden objetivos que, según la experiencia de sus propios mentores, “mejor ocultos que conocidos, en evitación de reacciones, críticas o intentos de participaciones indeseadas…”

Por todo ello no puede extrañar, ni tiene porqué ser descalificada las aportaciones reflexivas ni la propuesta que se pretende anticipar en este documento, elaboradas, naturalmente con la impuesta celeridad por los hechos aludidos. Prontitud, que no prisas, pues nuestro pensamiento bebe de una ya muy larga experiencia en este asunto de la defensa de una sanidad pública de calidad, exenta de intereses espurios –nada de negocios a cuenta de las necesidades de salud de la población- y comprometida por parte de unos profesionales sanitarios que quisieran hacer lo mejor posible su trabajo.

El elemento esencial de nuestra aportación es la defensa de la institución Hospital Santiago como un hospital de agudos, encarnado en el ámbito de una asistencia sectorizada al servicio de la sociedad vitoriana y alavesa. Este hospital ha de seguir localizado en el lugar que ahora ocupa. Para tal defensa se proponen diversas actuaciones tendentes a la potenciación de las capacidades asistenciales, la eliminación de rémoras y problemáticas que lastran las evidentes capacidades potenciales del Centro y la implementación de algunas actuaciones arquitectónicas puntuales que mejorarían ostensiblemente algunos de las características del hospital. Y finalmente la invitación a una reflexión en profundidad que se oriente a buscar alternativas a la ubicación de algún servicio centralizado que dé cobertura desde la gestión rigurosamente pública a las necesidades de todos los centros sanitarios de cualquier nivel en el ámbito de la ciudad.

.- Una historia de acoso, ahogo y derribo con final reiteradamente buscado.

Quien quiera que se postule como buen conocedor de los vericuetos “organizativos” acaecidos en las últimas décadas de las iniciativas de gestión sanitaria en Álava y Vitoria tiene que convenir que en lo que ello ha afectado al Hospital Santiago la historia se resume en actuaciones, que, una a una, han ido mermando y podando sus posibilidades asistenciales y su participación en las tareas asumidas por la colectividad de profesionales sanitarios

.- Sucesivos intentos de cierre del Hospital. Movilizaciones de los trabajadores que lo impidieron cada vez que esos intentos se producían.

.- Reducción del número de camas de agudos, para utilizar el suelo liberalizado a favor de la incrustación de unidades externas impuestas desde el ámbito extrahospitalario y de la canalización hacia el centro de determinados pacientes en especialidades que obligan a una larga estancia –ahogo de la capacidad asistencial por aumento de la estancia media.-

.- Eliminación de servicios y especialidades propios de un hospital general. De hecho desaparición incluso del propio nombre de “general” del frontispicio de la fachada del Centro. Como ejemplo de lo primero puede señalarse la pretérita desaparición de la Maternidad en el H. Santiago, para ahora proponer una urgente y necesaria ampliación de tal servicio en Txagorritxu. Un eterno deshacer y rehacer a cargo de los menguados presupuestos públicos.

.- Intento de ubicación de un laboratorio afecto a la Asistencia Primaria en toda un ala del edificio central. Ese intento hubo de ser abortado por la oposición frontal en su día liderada por los propios trabajadores del Centro. Gracias a ellos, se rescató aquel espacio, que hoy está ocupado por las instalaciones de Medicina Nuclear;, que, por cierto, funcionan a pleno rendimiento y que son imprescindibles para este Hospital. Fue un claro ejemplo de otra premeditada operación de ahogo por medio de la eliminación de espacio que poder utilizar en el desarrollo expansivo natural del propio centro hospitalario.

.- Ubicación en uno de los edificios del Banco de Sangre Provincial -se trato de un auténtico empotramiento a la fuerza y mediante el chantaje de la amenaza de eliminar la Asociación Alavesa de Donantes, de no ser aceptado dicho plan-. Institución, la del Banco de Sangre, muy respetable, pero que no tiene porqué estar ocupando un espacio hospitalario. De forma tangencial, y creemos que oportuna, se llama la atención sobre este asunto, puesto que en el encaje de alguno de los nuevos proyectos apuntados –lo denominaríamos “magno proyecto Lazcoz”, a esta institución habría que encontrarle nuevas instalaciones fuera de la actual parcela de Olaguibel.

.- Instalación de una Central de Cogeneración de Energía, privatizada en su explotación. Instalación a todas luces de localización inapropiada en una zona tan céntrica de la ciudad; lo mismo que innecesaria desde el punto de vista de las necesidades energética del Hospital; que fue impuesta, contra los criterios técnicos manejados en su día, por intereses que buscaban la privatización del sector y la cesión a una empresa “amiga” de la plusvalía derivada por el uso mal gestionado del patrimonio público –suelo, facilidades y escaso rigor en el seguimiento de las responsabilidades, ocultación de las deficiencias ambientales, etc.-.

.- Incomprensible descoordinación con el inmediatamente próximo ambulatorio de Olaguibel –de hecho se actúa como si fuéramos empresas totalmente distintas, a espaldas una de la otra, salvo para la exportación de servicios de médicos que ven mermados sus horarios al servicio de la asistencia real en el propio hospital.

.- De la incuestionable necesidad de la existencia de un servicio de psiquiatría de agudos se aprovechó en su momento por los de siempre para generar un dudoso, poco meditado e incompleto encaje del servicio de Psiquiatría de agudos –que actúa como apéndice del sistema asistencial provincial de esa especialidad más que como una unidad del propio centro-. Tal servicio nunca ha sido del todo parte integrante del Hospital como tal. Ejemplos son: el flujo de médicos totalmente ajenos a la plantilla, la organización relativamente autónoma del servicio, etc. Lo mismo puede decirse de la Unidad de Psiquiatría infantil de la 7º planta del Edificio A.

.- Constante recreación, favorecida y pilotada desde determinadas instancias instituciones y políticas, de un clima de opinión pública contra el Centro aireado en la prensa. Titubeos a la hora del nombramiento de direcciones profesionales –ejemplos sobran- acordes con la importancia que debiera haberse dado a esa parte de la gestión sanitaria.

Han tenido que acaecer muchas historias protagonizadas por los propios trabajadores para que el Hospital Santiago llegara “vivo” hasta el presente. Cualquier espectador o participante del ámbito sanitario alavés con un mínimo de información o un hálito de sinceridad lo debiera reconocer. La situación actual, que en palabras excesivamente irresponsables de alguno de los agentes sociales significados, se resumen en “centro ahogado…” se entiende únicamente atendiendo a los acontecimientos históricos, la mayor parte de los cuales hay que colgársela a las malas prácticas y a las intenciones criticables de algunos de esos mismos agentes sociales que hoy pretenden participar en el diseño de la nueva estructura hospitalaria de la capital.

Reflexiones sobre aspectos arquitectónicos del Hospital Santiago.

Como es conocido el actual hospital queda conformado por la conjunción –puede decirse que “íntima” desde el punto de vista arquitectónico y funcional- de cuatro edificios principales, mas alguno periférico. El Central, o pabellón C, de construcción antigua de aproximadamente 200 años, casi totalmente restaurado en su interior y en sus fachadas. Un edificio anexo al anterior, totalmente pegado a su flanco E, que se llamó en su día “La Clínica” y que tiene ya varías décadas –es el más antiguo de los modernos-. Desde el punto de vista arquitectónico resulta complejo tanto en su encaje interno como externo, pues sobre el se han realizado actuaciones diversas como apaños temporales, etc., con instalaciones de Urgencias, Quirófanos, UCI, Esterilización, etc., que cabalgan entre los dos edificios –partes en uno y partes en el otro-. Ese segundo edificio sirve, además, para conectar el tránsito entre el Central y el pabellón A, ocupado por unidades de encamamiento y otras varias. Junto a la fachada W del Central- también en este caso adosado íntimamente- a lo largo de toda la calle La Paz se ubica el Pabellón B, de encamamiento y consultas externas. Todos los edificios quedan tan encajados unos a los otros que para un desconocedor de la situación esa realidad llegaría a sorprenderle. La situación se hace todavía más compleja y difícil de entender para el espectador profano –no pocos de los que ahora se postulan como participantes del diseño de la futura “parcela”- si se atiende a la estructura de los dos pisos de sótanos bajo nivel de la calle, que conectan el resto de la edificación constituyendo un único complejo casi imposible de sectorizar. Imposible en el caso de pretender independizar los edificios principales unos de otros con la pretensión de dedicarlos a tareas que exigirían su total aislamiento (zonas hospitalarias, zonas de servicios sociales del ámbito municipal, etc.).

También resulta esencial en esta descripción la puntualización de que los tres edificios principales tienen, sobre todo el Central, un carácter de “Edificios singulares” que obliga a respetarlos, mantenerlos debidamente o incluso rehabilitarlos en lo posible, dado su alto valor arquitectónico e histórico. Que todos ellos, por efecto de una construcción escalonada, queden tan encajados unos en otros, de tal forma que es prácticamente imposible desandar el proceso y separar cada uno de ellos de los colindantes debe conducir a unas reflexiones serenas que alejen a los responsable de toda veleidad en sus propuestas y en sus planes. Se ha de destacar que todos ellos, pero especialmente el más antiguo, se localizan en la mitad de la parcela, rodeados por espacios menores ocupados por pequeños jardines, aparcamiento, vías de acceso, etc. El valor real de esta parcela, tan céntrica y tan llamativa, que para algunos pudiera llegar a ser objeto de una actuación drástica –creación de un “solar”- con objeto de ponerla posteriormente en valor y rentabilizar su evidente plusvalía cediendo ésta a los inversores privados, queda, por desgracia para algunos, encadenado a las limitaciones de actuación que suponen el empotramiento tan intenso y total de unos edificios con los inmediatamente próximos. Nadie en su sano juicio debiera hoy cometer los mismos errores que antaño transformaron en escombros edificios y estructuras de la ciudad que hoy quisiéramos ver conservadas y reutilizada para nuestra satisfacción y alegría. Por otra parte, no se deben escatimar las advertencias sobre la increíble complejidad del encaje de las edificaciones. Se trata de una especie de laberinto, apto para quien sea buen conocedor de sus intríngulis, pero toda una estructura de “trampas” para quien, sin conocer el asunto a fondo, se atreva a proyectar –opinar irreflexivamente en el caso de algunos- actuaciones que en la práctica se cargarían de problemas imprevistos o inoportunos; y de costosas obras con cargo a los presupuestos de los próximos y azarosos años.

Propuestas de actuación para liberar espacios en las actuales instalaciones.

De la descripción somera expuesta en los anteriores párrafos ya se puede deducir que son posibles algunas actuaciones tendentes a liberar espacios ahora ocupados por unidades o servicios no hospitalarios y que debieran servir para acomodar ampliaciones y complementar unidades. Un cálculo muy aproximado de suelo disponible estima entre 5.000 y 7.500 ó más metros cuadrados los reutilizables.

Con algo mayor ambición se pudiera pensar en la construcción en el terreno colindante con los actuales edificios y ocupado por el aparcamiento, los jardines periféricos y zonas adjuntas, de un edificio con varias plantas bajo cota cero y varias plantas sobre ese nivel, con lo que sería posible ganar uno 10.000 metros. Además del consiguiente aparcamiento subterráneo que diera servicio al hospital, usuarios y ciudadanía, en las plantas sobre nivel de calle sería factible localizar las diversas administraciones, la biblioteca y otros departamentos. Liberándose de esa forma, toda la planta baja del ala E del edificio Central para la ampliación de las Urgencias, con sus quirófanos, etc.

El desmantelamiento de las instalaciones de Cogeneración -hoy totalmente hipertrofiados en relación a las actuales necesidades del Centro e inapropiado desde la óptica de salubridad del entorno ciudadano- y el redimensionamiento de los sistemas de acceso a los suministros de energía favorecería la disponibilidad de espacio en esa zona de la parcela.

Una nueva ubicación del Banco de Sangre, fuera de las instalaciones que ahora ocupa en la 2º planta del edificio A, permitiría una gran mejora en las instalaciones de los Servicios de Laboratorio, Anatomía Patológica y Radiología. Se ha de pensar, que en el caso del proyectado “Hospital de Crónicos” este Banco de Sangre también debiera desaparecer de ese lugar, pues no tendría sentido mantener una unidad de ese tipo en un lugar tan alejado del destino de su específica actividad –obviamente los quirófanos-

Se debiera pensar en abordar un estudio serio y sin perversas intenciones privatizadoras que posibilitara la centralización de servicios de apoyo imprescindibles para la asistencia hospitalaria. Una instalaciones industriales de Lavandería centralizada, al servicio de todos los centros sanitarios de Vitoria, permitiría reducir gastos de funcionamiento, eliminar las contratas privadas que en la actualidad generan un costo gravoso sobre el presupuesto público y de cuyo ahorro sería factible extraer la provisión de fondos para la construcción de las nuevas instalaciones. La centralización de esos servicios liberaría una gran cantidad de espacios, no solamente en el H. Santiago (en el caso de la Lavandería en el Hospital Santiago, unos 2.000 metros cuadrados). Es obvio que el alto coste de los espacios arquitectónicos dedicados a la salud se reduce con su uso intensivo y no limitado por el devenir horario de los días. Criterio que se opone precisamente al que se utiliza en otro tipo de instalaciones –un hospital no puede ser como una sala de cine que se utiliza unas pocas horas al día-.

El menor dimensionamiento mediante la adaptación a mejoras y avances técnicos de las instalaciones de Archivos diversos –Historias clínicas, etc.- posibilitaría en un futuro cercano la habilitación de espacios que utilizar en otros menesteres asistenciales.

Con ser respetable el uso confesional actual de la denominada “Capilla”, que por cierto, proporciona una serie de servicios de esa índole a la feligresía externa al Hospital, debe ser analizado en profundidad. Tal vez el uso que actualmente se da a ese recinto – esa orientación tan específica y sesgada- no se acomode debidamente entre las actividades de una institución de gobierno aconfesional, sino que, más bien, se debiera ir progresivamente hacia la utilización del espacio disponible con fines sanitarios mucho mejor distribuidos y ampliados–en la proyección temporal a lo largo de todo el día y durante todos los días del año-.

La problemática del aumento de las necesidades de espacio requeridas por la asistencia en las Consultas externas debe ser planteada en el Hospital Santiago en base a unos cuantos criterios. En primer lugar, coordinando ese servicio con el Ambulatorio de Olaguibel. Por otra parte es imprescindible agilizar protocolos y exigir organización interna en los servicios para que la presencia de los pacientes se ajuste al tiempo de la consulta y no se abarroten las salas de espera y los pasillos de personas que esperan horas antes de ser atendidos. Lo mismo se tiene que conseguir en los servicios de diagnóstico. El cumplimiento de los horarios es esencial. Y su exigencia debe comprometer y exigirse a todos los estamentos profesionales. Se tiene que optar por una organización que posibilite que el paciente sea diagnosticado en un tiempo mínimo –son frecuentísimas las consultas que se repiten innecesariamente porque en la primera o sucesivas el paciente todavía carece de alguno de los elementos de diagnósticos que el médico precisa y sin el cual no puede completar el diagnóstico y el consecuente tratamiento-.

La actuación sobre la permanencia o no de la Unidad de Psiquiatría en el Hospital Santiago o su localización en otro centro y con las orientaciones que los expertos aconsejen, se ha de hacer desde la honesta propuesta de no impedir nada, sino de contribuir una correcta y meditada asistencia sanitaria hospitalaria integral. En todo caso cabe aquí la reflexión -la pregunta, más bien, derivada como una más de entre las innumerables sorpresas que proporcionan los planes sanitarios publicitados- sobre en qué lugar ubicar ese departamento en el caótico plan de disgregación de los edificios actuales –si se pretende como se dice- eliminar el edificio B y por lo tanto “echar a la calle” a los actuales inquilinos de las plantas 7ª y 8ª-.

La ampliación de los quirófanos debiera ser una de las orientaciones nucleares dentro de las que se deben acometer. En la doble vertiente de la utilización racional del tiempo, a través de la consecución de acuerdos con todos los profesionales –no se trata de ampliar la Autoconcertación ni el “negocio”- y con la implementación de nuevas instalaciones.

Aunque ya se ha abordado en párrafos anteriores es preciso volver a dirigir la atención hacia la denominada “Central de Cogeneración”. En la actualidad, tales instalaciones, que se basan en la producción de energía eléctrica por medio de gas natural y en la utilización de parte de esa energía –calor disponible- para generar vapor y fluidos de uso en calefacción derivan hacia el envejecimiento y la escasísima operatividad en relación a las actuales necesidades del Hospital –principalmente en cuanto a la producción de vapor- y no digamos si se trata de reducir al mínimo la utilización del potencial del conjunto de la parcela de “Olaguibel”. Frente a cualquier tipo de futuro programable, estas instalaciones quedarían prácticamente obsoletas, transformándose en una monstruosa maquinaria empotrada en las entrañas de la ciudad…Además, es preciso señalar la existencia de constantes y molestas deficiencias en el suministro de energía eléctrica debido a las incorrecciones del acoplamiento entre la red interna y el suministro externo –éste de doble direccionamiento, pues tanto se “vende” energía por parte de la empresa privada que tiene a su cargo la explotación de la Cogeneración, como se tiene que colgar todo el sistema de la Red de Iberdrola- Durante esas maniobras de acoplamiento las incidencias las sufren los departamentos del Hospital: Testigos son, quienes con mucha mayor frecuencia que la presumiblemente derivada de las incidencias o averías de las redes de Iberdrola, los profesionales que ven temblar las luces o afrontar los cortes de mayor o menor duración en el suministro de la energía eléctrica.

Descripción de algunas manifiestas incongruencias en el Plan de Osakidetza

Debemos puntualizar que nos referimos a lo que parece ser el ultimo plan de Osakidetza, que pivota esencialmente en hacer desaparecer el Hospital Santiago como tal hospital de agudos y transformar el conjunto de sus instalaciones y edificios para reutilizarlos; como Hospital de Crónicos uno de los edificios, como de “Servicios sociales municipales” sin especificar otro de e ellos, y sin -o con- destino oculto, el tercero de los principales –el que da a la calle La Paz-.

Lo primero que hay que decir es que resultaría poco menos que inaudito que toda una parcela como la que ocupa en la actualidad el Hospital Santiago se dedicara a un hospital de Crónicos. Por dos motivos. En primer lugar porque las posibilidades de las instalaciones actuales, por tamaño y por complejidad de las instalaciones darían para mucho más que eso. Y en segundo lugar, porque distando mucho de ser evidente que se precise de todo un hospital específico dedicado a ese tipo de pacientes, -¿se trataría de un hospital de rango inferior? ¿De instalaciones más sencillas?- sino más bien lo realmente evidente es la necesidad de que toda la maquinaria de Salud Publica y de Asistencia Sanitaria –Primaria y Hospitalaria- se dedicara en cuerpo y alma a la prevención anticipada y a la disminución, hasta el extremo posible, de las enfermedades cronificables –principalmente las que derivan en pacientes multiafectados-. De forma que cada vez la necesidad de instalaciones dedicadas a este tipo de pacientes se hicieran menos necesarias y no más como se pretende. Es la inoperatividad y el caos, las listas de espera y los protocolos negligentes el origen de una parte de la cronificación de algunas de la “enfermedades” más extendidas. Dolencias que una vez se adueñan de la mala salud de la población se transforman en un hervidero de tratamientos, de ocupación de los servicios sanitarios, del tiempo de los profesionales que a veces no saben como atajar el malestar que les refieren los pacientes, etc. En definitiva, en el aumento del coste económico de la salud social y en el colapso de la disponibilidad de las instalaciones. Resulta alarmante que en las explicaciones de los planes sanitarios que se nos ofrecen para Vitoria, se hable de cuestiones periféricas –Reproducción asistida, Unidad de Cirugía Cardiaca- y no de los verdaderos problemas de la salud y de la enfermedad, de aquellos que más y con mayor incidencia poblacional afectan. ¿Se trata de una treta? ¿De un olvido, o de la manifestación de una incapacidad; de que hasta un partido socialista tira la toalla antes de fajarse con los problemas?

Puesto que se parte de la intención expuesta por Osakidetza de utilizar la parcela del Hospital Santiago para menesteres diversos, creemos que es útil reflejar aquí los inconvenientes y las dificultades –algunas van de imposible a muy costosa superación- con la que va a encontrarse quien pretenda llevar a la práctica el susodicho plan.

Nos referimos a las instalaciones comunes o que afectan a todos los edificios y que deberían ser desmanteladas o modificadas drásticamente en el caso de que se transformara la parcela en tres o cuatro sectores independientes– un hospital publico, otro privado, otro de crónicos, otro edificio más para servicios municipales, etc. etc…- Esas instalaciones a modificar son las siguientes.

.- Telefonía. La Central Telefónica se ubica en la actualidad en el edificio C, junto a la entrada principal. Se trata de un sistema automatizado encajado en la Red de Osakidetza, con parte del tráfico de llamadas de carácter interno y directo y acceso a la telefonía externa mediante un sistema jerarquizado y dirigido desde instalaciones centrales. Por lo tanto, un modelo que no puede ser ni segmentado ni exportado a futuras “empresas” en edificios separados que no fueran de la propia Osakidetza. Es decir, habría que acometer la implementación de una nueva Central Telefónica en el edificio dedicado exclusivamente a al Hospital de Crónicos –de titularidad pública se entiende- y desconectar la red del resto de los edificios- si fueran ajenos a Osakidetza. Todo ello mediante un buen pellizco a los presupuestos de la Comunidad.

.- Red Eléctrica. Compleja, puesto que se trata una red múltiple en su origen y destino. Procede, como se ha reflejado más arriba, de la Central de Cogeneración, además de que se cuelga de una doble línea de enganche al suministro de Iberdrola. La Central de Transformación se localiza en los sótanos del Edificio A –el presumible Hospital de Crónicos- Se interconecta a través del edificio C con la Cogeneración. El suministro a los servicios se deriva mediante automatismos de líneas. La exigencia de fiabilidad en instalaciones sanitarias exige una triple (hasta cuádruple en determinados servicios) red de circuitos –de diferente nivel de fiabilidad, incluido el grupo de emergencia automatizado, que se localiza también en el sótano del Edificio A- Por ley y por lógica la disgregación de edificios, su distinto uso y su titularidad institucional diferente obligaría a desmantelar el total de la instalación eléctrica y resolver la problemática creada mediante nuevos costos presupuestarios y penosas y complejas modificaciones en los edificios. El actual grupo electrógeno de emergencia quedaría prácticamente hipertrofiado para las necesidades de uno de los edificios.

.- Esterilización. Se trata de una instalación que apenas lleva unos meses en servicio. Que ha supuesto una inversión importante y que fue diseñada para aportar un suministro apropiado en dimensiones y cercanía a unos quirófanos a pleno rendimiento y con miras a posteriores ampliaciones en su capacidad. Frente a las limitadas necesidades de un Hospital de Crónicos, las preguntas son obvias. ¿Para que semejante Esterilización? Qué personal la atendería? ¿Sería juicioso infrautilizar o desmantelar? ¿No es eso un despilfarro que no tiene ni nombre?

.- Quirófanos. A semejanza de la comentada Esterilización y de la UCI –de la que se habla en el siguiente apartado- esta amplia instalación se encuentra localizada parte en el edificio C –del que tendría que desaparecer si se dedicara a servicios municipales- y parte en el edificio de la “Clínica” y del A. Es sabido que son instalaciones muy caras, ni vetustas ni obsoletas –más bien todo lo contrario si se la compara con hospitales cercanos-y que tampoco son transportables a otro emplazamiento. Su desmantelamiento y chatarreo representaría un despilfarro difícilmente explicable. Mucho más en los momentos en los que nos encontramos, en los que el mensaje social es hacia una política de gasto sostenible y eficiente, lejos de las alegrías y banalidades de otras épocas de economía más expansiva. No siendo necesarios los quirófanos para el Hospital de Crónicos y debido a su localización actual, es obvio que los planes de Osakidetza no contemplan otro destino para los quirófanos actuales que el desguace.

.- UCI. Aunque con algún matiz, lo expuesto anteriormente en el caso de los quirófanos y la esterilización cabe reproducirlo para la UCI. Probablemente su dimensionamiento actual sería impropio como una unidad de apoyo orientada hacia un Hospital de Crónicos. Y no es esperable que ni Osakidetza ni mucho menos una gestión privada de tal hospital asuman en coste de funcionamiento de esa UCI. Además se añade en hecho ya comentado anteriormente de su ubicación a medias entre edificios. Por lo tanto, se está afirmando entre las frases y los paréntesis astutamente utilizados por Osakidetza que el destino de esas costosas y eficientes instalaciones es el desguace.

.- Urgencias. Problemática de futura paralela a las anteriores. El destino que le augura el plan de Osakidetza es la desaparición. No es probable que si se trata de canalizar con lógica servicios asistenciales de urgencia –la urgencia definida siempre desde la óptica del enfermo que acude al servicio en demanda de asistencia- se mantengan las Urgencias en su emplazamiento actual. Con múltiples consecuencias, todas ellas negativas y perjudiciales para los usuarios. En primer lugar se abandona la sectorización también en este caso de las urgencias hospitalarias. Se obliga a la población de una parte de la ciudad a recorridos mucho más largos y dificultosos. Se ponen, como suele decirse “todos los huevos de las urgencias en la misma cesta”, lo que puede resultar desde caótico hasta catastrófico en casos de averías localizadas en ese único servicio - ¿Sería legal ese diseño unívoco de las Urgencias? o ¿Qué juicio anticipar o cómo imaginar el cuadro grotesco provocado en circunstancias dramáticas de verdaderas catástrofes naturales o procesos infecciosos biológicos o microbiológicos, en las que ese menguado Hospital de Crónicos se viera incapacitado para participar en absoluto en ayuda de los necesitados, debido a sus limitadísimos medios?

.- Radiología. La característica de este Servicio en el Hospital de Santiago es su dispersa localización. No consta – o sí, la sospecha de que no ha sido abordada- la solución que se diseña en los planes de Osakidetza para este servicio. En todo caso, se trata de instalaciones tan costosas como las anteriormente tratadas. Y que en buena parte son tan recientes como avanzadas. Su traslado es prácticamente imposible o por lo menos inapropiado. La parte de las instalaciones que se localizan en los sótanos frente al edificio C chocarían con una utilización diferente a la actual –servicios sociales municipales- a instalar en esa edificación. Allí se ubican el Scanner y el Angiógrafo.

.- Medicina Nuclear. Este servicio, especializado y de uso diagnóstico tan extendido y frecuente en la actualidad, ocupa toda el ala W del primer piso de edificio C. De lo que se deduce, que aunque se concluyera en los planes de Osakidetza que se trata de un servicio necesario y a respetar en relación a la futura existencia de un Hospital –o varios- de crónicos en la parcela de Olaguibel, habría de ser amortizado, desguazado, mal trasladado o algo así; pero desde luego debiera abandonar el lugar que ocupa en la actualidad. Todo un atrevimiento, el simple hecho de pensar en ello.

.- Banco de Sangre Provincial y Asociación de Donantes de Álava. En el segundo caso se trata de una Institución (ONG, sensu amplo) de gran arraigo en el Hospital de Santiago y cuya supervivencia o fortaleza futura se asocia a su pasado y presente. Ambas instituciones, a todas luces extrahospitalarias ocupan un amplio espacio en la 2ª planta del edificio A –el objetivo de Osakidetza para el Hospital de Crónicos-. No se puede ni imaginar que ante la necesidad de espacio que se precisaría en ese edificio para encajar todo un sistema de encamamiento se iba a mantener las instalaciones del Banco de Sangre y de la Asociación. Además, es obvio que la localización de tales servicios hubiera de hacerse en la inmediatez de sus naturales usuarios, que no son otros que los quirúrgicos. Por lo tanto, en todos los casos habría que acometer el traslado de esos servicios a un nuevo emplazamiento. Mas costos añadidos y nuevos problemas derivados de una previsible desafección de la masa de voluntarios que donan su sangre.

Botika-Farmacia. La localización de la botika en el sótano 1 junto al edificio C plantea los mismos problemas de separación de edificaciones a los múltiples señalados para los otros servicios. En sentido estricto su localización actual no se adscribe a ninguno de los edificios principales, pero se distancia lo suficiente del A como para provocar problemas y obligar a su reubicación. De mantener su actual emplazamiento derivaría en complicaciones: nunca se sabría donde termina un edificio para empezar el cercano.

Instalaciones generales. Es bien conocido por quienes tienen a su cargo esas instalaciones (gases medicinales, Mantenimientos varios, Almacenes generales, Archivos diversos, zonas de almacenes de servicios clínicos, vestuarios, Cocina Dietética y sus almacenes, Lavandería, etc.) que su localización en la actualidad no plantea problemas de accesos ni de operatividad debido al entramado de accesos, pasillos, rampas, pasadizos, ascensores, etc. Pero una independización de los edificios transformaría en caótico todo ese complejo. Además de un innumerable rosario de traslados y nuevas instalaciones, lo que en la actualidad es uso del suelo disponible a niveles de sabia adaptación se transformaría en exigencias imposibles de atender; o al menos sin afectar a los servicios y sin menoscabo de su actividad. Es como si un iluminado pretendiera recolocar en el espacio de las cavidades torácica y abdominal el conjunto de las vísceras y aparatos que allí se albergan…¡le faltaría sitio y se le quedaría la mitad de ellos fuera! Y desde luego, el resultado: un excelentemente organizado difunto.

Por resumir: Como ciudadanos que nos reconocemos con el derecho a intervenir en los problemas sociales de nuestra ciudad, como trabajadores sanitarios y como usuarios de la Sanidad Pública proponemos la conservación del Hospital de Santiago como un centro dedicado a la asistencia de agudos, dentro de una sectorización territorial y poblacional y de especialidades clínicas bien compensadas. A esos efectos, proponemos modificaciones que mejoren y amplíen su capacidad asistencial. Esas modificaciones deben venir de la adecuación de todos los espacios en la actualidad ocupados por actividades y unidades extrahospitalarias, a las que habría que encontrarles nueva ubicación. Certificamos, así mismo, la colaboración entusiasta de los trabajadores, máxime si se adopta por parte de las instituciones y de los responsables el oportuno talante y la dedicación decidida a favorecer la Sanidad Pública y no el negocio privado. Además, proponemos que ante cualquier otra iniciativa, se atienda de verdad a las auténticas necesidades de salud y de la enfermedad de la población. Mejor que manejar bolsas de enfermos crónicos es anticiparse a su aparición. Prevenir antes que curar. Y si realmente fuera necesaria la construcción de un hospital de crónicos que se estudie a fondo y que se realice de forma que no suponga la desaparición del entramado hospitalario actual.

Síntesis en 7 puntos:

1.- Que el Hospital Santiago está colapsado y no tiene capacidad de expansión y de crecimiento es rotundamente falso. Solamente de trata de unas calculadas expresiones interesadas provenientes del círculo de personas que, con sus decisiones en tiempos pasados buscaron precisamente conducir a la institución a ese pretendido ahogo. Nuestra propuesta de reconvertir en útiles para el servicio hospitalario los 5.000 a 7.500 metros cuadrados que ahora se ocupan por unidades extrahospitalarias, más los aproximadamente 10.000 a construir en el aparcamiento y jardines posibilitarían el diseño de un hospital de agudos para los 50 próximos años. Y eso, con gasto mucho menos gravoso para el erario público que el que supondría el derribo o reestructuración de los actuales edificios en el caso de dedicarlos a cualquier otra actividad.

2.- No rotundo a la absorción del Hospital Santiago por el de Txagorritxu. Mantenerlo como tal hospital de agudos será infinitamente más económico que lo que habría que invertir en la parte de los presuntos edificios adjuntos al de Txago que fueran a sustituir a lo que ya funciona. Invertir en Txagorritxu ¡estupendo!, pero no para compensar “uno por uno” lo que cuatro días antes se ha abandonado y despilfarrado en Olaguibel.

3.- Sí a la construcción de un Hospital de Crónicos, si los estudios así lo aconsejan. Pero nuevo y en un lugar del extrarradio acorde con ese particular destino. Amplio en sus vistas y dimensionado como corresponde a unas estancias de media o larga duración. ¿Cómo es posible que nadie haya pensado en proporcionar a ese tipo de pacientes unas instalaciones cómodas y expansionadas lo suficientemente?

4.- Aprovechamiento del edificio contiguo de SANIDAD, actualmente infrautilizado y casi desocupado

5.- No al tremendo despilfarro que supone el desguace para la chatarra de todo lo invertido en el Hospital de Santiago durante estos últimos 10 años. Son decenas –centenares- de millones de euros de erario público, además del esfuerzo aportado por una plantilla de profesionales que ha colocado a ese Hospital en un destacado lugar, si lo relacionamos con otros hospitales, en cuanto a una serie de instalaciones continuamente mejoradas y puestas al día (UCI, Quirófanos, Radiología, Scanner, Angiografía, Resonancia Magnética, Urgencias, Plantas de Habitaciones, Servicios Generales, Instalaciones de todo tipo, etc. Varios de esos servicios no tienen ni dos años de antigüedad desde su implantación o renovación. ¿Quién se atrevería?, ¿Quién sería “tan tirao pa lante” si fuera él quien corriera con el gasto, como para asumir semejante despilfarro?

6.- El PSE ha hecho a los vitorianos la solemne promesa electoral de construir un tercer hospital dedicado a la asistencia de enfermos crónicos y de media o larga duración. Pues, ¡que cumpla su promesa!. No están los tiempos de la política para que los ciudadanos nos dejemos engatusar o engañar. La obligación de los que con nuestro voto salen elegidos es la lealtad a su palabra y el compromiso y respeto a la verdad. Cumpla el PSE, por lo tanto, con la suya.

7.- No rotundo al plan de Lazcoz de hacer de los 26.000 m2 de la parcela del Hospital de Santiago -transformables en 70.000 útiles- el objeto de un pelotazo inmobiliario con características de ser el de mayor volumen de cuantos se tiene noticia en estas tierras alavesas. No al intento de trasvasar patrimonio público a manos de especuladores.

En Vitoria-Gasteiz, a 17 de marzo de 2010

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